La Bendición de los Campos

 


En un momento en que la espiritualidad empapaba hasta el último rincón de la vida diaria, no podía faltar una ceremonia religiosa relacionada con el campo. Aquella ceremonia tenía sin duda un doble fin; el de ofrecer el trabajo y el sacrificio del campesino, de todo un año, a Dios y por otro lado, el de rogar que dicho trabajo no resultara baldío y que el esfuerzo se viera recompensado con una cosecha abundante. Se dependía casi por completo del campo, era natural pues encomendarse al Ser Supremo, en un tiempo en el que además, no existían seguros ni subvenciones. También puede relacionarse con la llegada de la primavera y el buen tiempo, que sin duda debía suponer un motivo de alivio para gentes castigadas por el gélido invierno soriano y las largas horas de oscuridad.

 


  Mercedes Masriera; "Valdanzuelo"

... La Bendición de los Campos era otra de las fiestas de guardar, marcada por el calendario, el 3 de mayo, concretamente, el día de la Cruz. En esta fecha, tras la misa, que había sido anunciada por medio La Cruz al atardecer desde el camino de subida. de las campanas volteadas al unísono, se iniciaba una solemne procesión con todas las insignias, incluidos la bandera y el pendón. En esa procesión se iba recitando un "ora pro nobis", hasta un lugar de las inmediaciones del pueblo, lugar en el que el sacerdote, hisopo e incienso en mano, bendecía los cuatro puntos cardinales del término. Puntos hacia los que van dirigiéndose los fieles arrodillados, cantando y orando...

Ese lugar de las inmediaciones no era otro que la Cruz, también llamado en ocasiones por los lugareños el Calvario. Parece ser que en ocasiones se realizaba una procesión en forma de Via Crucis hasta esta Cruz, escenario tomado por el Calvario o Gólgota donde fue crucificado Jesucristo. Sin duda, lugar privilegiado desde el que divisar los cuatro puntos cardinales y bendecir los campos. 

Con la bendición de los campos, lo que se pretendía era alejar los peligros potenciales en forma de heladas tardías que mataran el trigo en flor, tormentas y granizadas, riadas, vendavales y en definitiva cualquier elemento imprevisto que destruyera las cosechas base de su economía.
Cuatro cruces de cera, previamente bendecidas, se iban colocando en los cuatro costados de una cruz de madera, cruz que siempre permanecía en aquel lugar como testimonio de esta consagración.
Sin embargo, la procesión y el ceremonial que ésta conllevaba, no siempre transcurría con normalidad, pues en muchas ocasiones las condiciones atmosféricas lo impedían. Si había lluvia, el sacerdote utilizaba la capa como montera y los feligreses, tanto hombres como mujeres, se calaban hasta los huesos...

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