La Noche de Difuntos, Todos los Santos, las ánimas, De entierros y lutos en Valdanzuelo mucho tiempo ha...

 


Situémonos en aquel tiempo y en aquel espacio. Si lo hacemos correctamente, sobre el punto en el que ambas líneas se cruzan, nos será mucho más fácil entender el significado de aquellas fechas y los fuertes sentimientos que en las gentes podían provocar; temor, incluso terror, tristeza, recuerdos, la ausencia... Pensemos que a mediados del siglo pasado, todo estaba empapado por una espiritualidad exacerbada y probablemente mal interpretada. Una imagen de la religión que se tornaba en algo casi esotérico en esos días o noches, una imagen que primaba el aspecto de Dios castigador, del infierno, más que el de Jesús trayendo el perdón y la salvación.
Añadamos a ello el lugar. Cualquiera que haya estado en Valdanzuelo por la noche, puede comprender que no es necesario que sea la Noche de Difuntos para sentir miedo. La oscuridad es tan grande que casi tiene peso material, los ruidos se amplifican, todo parece sospechoso. No nos van a atracar, pero las sombras densas parecen ocultar todo un ejército de seres malignos que nos observan en la penumbra con no muy claras intenciones... Es inevitable acelerar el paso en busca de cobijo si nos aventuramos a ir de una casa a otra, echar un vistazo a nuestra espalda, sobrecogernos con un escalofrío, recordar todo tipo de historias de terror...

 


  Mercedes Masriera; "Valdanzuelo"

... El que se trate de una tradición cuyo protagonismo es asumido principalmente por los mozos, y el que se trate de una oveja machorra* hace pensar en una mofa, en una burla hacia las mozas en edad casadera y su permanencia sin embargo entre la soltería. Estaba mal visto que dicho estado se produjese habiendo mozos solteros en la población. Al fin y al cabo destino marcado de la mujer era casarse y procrear.

 
* Una oveja que "se ha quedado machorra" es aquella que no ha tenido descendencia. Era poco comprensible para aquel tiempo que una oveja no fuera capaz de tener su ciclo reproductor y la simplicidad hacía explicar la ausencia de corderos de este modo. A buen seguro, que el término fue aplicado en más de una ocasión en forma de cruel burla a más de una mujer que decidiera "mejor sola que mal acompañada..."

La festividad transcurre:
Por la noche, la víspera del día de Todos los Santos, los mozos corren la machorra por todas las calles del pueblo, a ésta, previamente se le ha dispuesto con toda una serie de peculiares atuendos, principalmente cencerros y es perseguida por los mencionados mozos. La oveja, cansada, presionada, agobiada, diría yo, cae en manos de sus perseguidores o bien se pierde aprovechando la oscuridad de la noche.
Finalmente, el animal es sacrificado y se guisaba para la hora del almuerzo, la comida y la cena del día siguiente, por supuesto para los mozos que habían participado en el evento.
En el terreno familiar, las familias se reunían para concelebrar una cena, pasar el rato y honrar a sus muertos.

Si la credulidad ya era importante de manera habitual, en una noche como ésta, la disposición favorable a ver fantasmas y apariciones crecía notablemente, de este modo y según rezaba la tradición...

...Las ánimas hacían presencia inmediatamente después de caer la noche. Los niños ya no danzaban de un lado para otro por no toparse con los espíritus. El purgatorio andaba revuelto y sediento de ánimas...

... En este estado de temor y desafiando "los peligros", los mozos salían en la oscuridad de la noche. Momento en que se acentuaba más aún el misterio y el miedo que impregnaban el ambiente. Se dividían en dos grupos y recorrían todas las casas cantando y rezando, y los presentes acudían a recibir a la comitiva. Se cerraba la puerta y seguidamente se rezaba por las obligaciones de la familia, sin embargo, el canto no se realizaba si la muerte de algún familiar había sido reciente. La oración consistía en un Padrenuestro y en un Ave María. Una campanilla indicaba su fin y nuevamente el silencio de la noche regresaba. Se abría entonces la puerta y eran invitados a tomar un trago de vino.
El alcalde recogía la limosna que guardaba en las alforjas y al finalizar el recorrido se reunían en la casa del cura o en la puerta de la iglesia, donde los dos grupos rezaban juntos. Lo recolectado se entrega al sacerdote, quien una parte lo entregaba a sus colaboradores. El resto se destinaba a una misa para los difuntos.
A esta misa en honor de los difuntos estaban todos obligados a ir e incumplir esta obligación, sin un motivo muy bien justificado, implicaba el pago de una multa. De todas formas, el recordatorio de los difuntos se hacía patente domingo tras domingo en la homilía de la misa, siempre a cambio de una media de trigo el cura ofrece esta dedicatoria.

...Con ello, la obligatoriedad de llevar el consabido luto que debía ser una práctica inexorable y drástica. No tanto porque con él tuviera que expresarse el verdadero dolor  por la pérdida del ser querido, sino porque era una forma de que lo supieran los demás...

En aquel tiempo en el que "el qué dirán" contaba incluso más que una sentencia judicial, no bastaba con sentir ese amargo dolor por la pérdida de un ser cercano, había que demostrarlo. Al dolor se le sumaba la pena de tener que hacerlo manifiesto y visible, todo con tal de que no pudieran decir que no se había sufrido por esa muerte. Lo peor es que se condenaba a los vivos a una muerte en vida, a no sentir alegría durante meses o años, pero muchísimo menos mostrarla en público. Probablemente, el "no respetar el luto" era una de las cosas peor vistas y más dignas de comentarios y críticas

... Así el luto debía llevarse por lo menos un año, o dos y el tercero de "alivio luto", incluso había quien ya lo portaba de por vida. La verdad es que el dolor y la pena iban por dentro, pero no podía obviarse la pena externa. Así aquellas panas negras, calzas o medias también negras, calzado negro, sayas y batas negras las mujeres o aquellas camisas blancas con botones negros o rayadas en negro los hombres. La mantilla, el velo o gasas negras, convertían a las mujeres en figuras absolutamente oscuras de pies a cabeza.
Los tiempos de luto no podían acortarse y eran del todo "reglamentarios". Aunque quizá lo más curioso radica en otras costumbres tales como tener la puerta de casa a medio abrir o cerrada completamente...
No resulta difícil imaginar un comentario como el que sigue; "Hay que ver la Julita, no hace ni dos meses que se le ha muerto el marido y ahí tiene la puerta de par en par, ¿a quién estará esperando ya para tenerla así?"... la retirada de tiestos y macetas de las ventanas, ir al lavadero de noche, andar por las calles del pueblo dando un rodeo solo para no pisar la plaza y otros lugares muy poblados de gente, se debía hablar bajo tanto fuera como dentro de la casa, no ir al mercado y menos aún hacer algún viaje.
Prácticas de lo más asombrosas hoy día, cuyo incumplimiento llenaba de chismes la población y resultaba infinitamente mal visto...

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