Fachada del Palacio de los marqueses de Berlanga, siglo XVI.
Cuando llegas a Berlanga de Duero, una de las primeras cosas que puedes encontrarte es una curiosa fachada. Su estilo y apariencia no son habituales. Es el palacio de los Marqueses de Berlanga, cuyo inicio de construcción data de 1528. Magnífico y de grandes proporciones, fue quemado por las tropas napoleónicas en 1811, durante la Guerra de la Independencia. Es así que, solo se conserva la fachada principal y aún así, se declara monumento nacional en 1980.
Su contemplación resulta extraña puesto que sus ventanas no dan a las habitaciones destruidas, sino que permiten enmarcar el cerro sobre el que se levanta su imponente fortaleza, como si de una foto o un cuadro se tratare, tal y como puede apreciarse en la foto contigua.
La fachada es lo suficientemente bella, como para que se mantenga allí enhiesta, cerrando arquitectónicamente el lugar; la plaza de Nuestra Señora del Mercado.
Muros colosales en altura y grosor que hoy pertenecen al Ayuntamiento, procurando así, su conservación y puesta en valor.
Calles estrechas y porticadas... La ciudad invita a un paseo tranquilo y a detenerse en alguna de sus terrazas, como las situadas en la también porticada Plaza Mayor. Bares y restaurantes donde poder pedir unas "patatas a la importancia", guisos de perdices o codornices y por supuesto; asados y sopa castellana.
La Puerta de Aguilera da entrada a las calles más típicas y mejor conservadas. Desde la mencionada Plaza Mayor ya se atisba el Castillo de los Tovar.
Ya los musulmanes construyeron fortificaciones en este lugar. Fue Fernando I de Castilla quien en 1059 toma la ciudad, cristiniazándose el castillo y renovándolo con vistas a las nuevas necesidades de defensa.
Otro devastador incendio se llevó por delante buena parte de las riquezas de la fortaleza.
La fachada del palacio vista desde la parte trasera.
Las proporciones de dicho castillo semejan mastodónticas y dan fe de la importancia que debió tener sin duda, en la época en que el Duero era la frontera entre cristianos y musulmanes.
Frente a la fachada del palacio se halla también la estatua de Fray Tomás de Berlanga, dominico que desarrolló una intensa labor misionera en el nuevo mundo. A su retorno a Berlanga, se trajo de aquellas tierras un caimán que disecado, cuelga de la pared de la Colegiata de Santa María del Mercado y donde aún puede contemplarse.
La construcción comienza en 1526, mezclando el gótico tardío con un incipiente estilo renacentista. Da fe de la categoría e importancia que posee, el hecho de que en el 1931 fuese declarada Monumento Nacional.
En dicha Colegiata y en una de sus capillas quedó enterrado a su muerte el propio Fray Tomás.
A la izquierda el edificio que constituye el convento de monjas concepcionistas.
Fray Tomás fue enviado a mediar en la disputa territorial que mantenían Pizarro y Diego de Almagro. En dicho viaje, su barco fue desviado por una tormenta yendo a parar a un archipiélago desconocido, abundante en tortugas y al que nombró como islas Galápagos. De ahí que a los pies de su estatua luzcan un caimán y una tortuga.
Ya de por sí, todo lo anterior justifica una visita a Berlanga de Duero, pero aún hay alguna cosa que añadir, como unas pastas de té "los lagartos de Fray Tomás" que puedes adquirir aquí y realizados con la típica mantequilla soriana.
También Berlanga forma parte de la ruta "Camino del Cid" y si puedes, visita la iglesia del convento de monjas concepcionistas. No siempre está abierta. El resto del convento sigue estando en uso como clausura, por lo que no puede visitarse.
Muy cerca tienes Rello y la ermita de San Baudelio de Berlanga, pero eso es historia para otro apartado...
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